Esoterismo y Mayéutica

Desde épocas antiguas, de diversos ángulos se sustentaba que era posible acceder al conocimiento, por medio de la reflexión y el pensamiento en búsqueda de la verdad.
Millones de humanos desde siglos intentan explicar, predicar, filosofar cuáles son los caminos para aquellos que quieren respuestas.
En el afán por tratar de aclarar los interrogantes se fueron creando teorías opuestas que sembraron confusión y disparidad.
Se complicó la conexión hacia el conocimiento y tanto es así que hoy en el siglo XXI el materialismo y la supervivencia son ejes primordiales en las sociedades.
La desorientación invade las personas, sus procesos están acelerados, el vértigo, la problemática, los miedos perturban la coexistencia.
Los límites se han sobrepasado, los códigos son más agresivos, las horas dan la impresión de transcurrir a mayor ritmo y el devenir de los días impresiona por la aparente velocidad en que se suceden.
El hombre esta lanzado en una loca carrera de alienación buscando algo que no tiene claro.
Corre, corre por las rutas de la vida pendiente del reloj, sin importarle quienes quedan en el camino, liberando sus más intrincados instintos.
Recurre a pastillas, medicamentos, fármacos, drogas para aliviar sus pesadillas y adormecer la conciencia. Quema el cuerpo, esteriliza el espíritu.
La problemática que circunda los condiciona y es una cadena que eslabón por eslabón iguala. Los dramas parecen distintos pero convergen hacia puntos comunes, viven hechos únicos desde lo individual pero simétricos desde el conjunto.
La contaminante corrupción, inmoralidad e insensibilidad, recorre todos los estratos sociales, envileciendo fundamentalmente a aquellos que detentan el poder en los cuales el espíritu queda degradado.
Aquellos que se enriquecen a expensas del dinero de los pueblos, los que organizan guerras, matan y envían a la muerte a otros hombres, los que en nombre de la justicia generan injusticias, los jueces que no cumplen con las leyes, los que delinquen, están muriendo con los ojos abiertos.
Todos ellos de repente son zombis parlantes que deambulan asociados entre el fragor del dolor y el sufrimiento que hace aullar a los semejantes.
Estos alguna vez fueron niños, adolescentes, jóvenes y en algunos cundieron las preguntas sabias:
¿De dónde venimos?
¿Hacia dónde vamos?
¿Qué es la vida?
¿Qué es la muerte?
¿Qué es el Universo?
Pero seguramente estas preguntas fueron chispazos momentáneos descartados por situaciones concretas, mucho más dinámicas que ponerse a esbozar teorías trascendentes.
En el siglo XXI a la humanidad le quedan dos opciones a saber:
A) Continuar deslizándose por la montaña rusa engañosa que lleva a creer que ascendemos entre virajes repentinos y descensos turbulentos hasta quedar paralizados en la superficie.
B) Volver a reencontrar la esencia diluida y hacer las preguntas invocando al Cosmos para recibir las respuestas que abran la conciencia.

Cada individuo debería dedicar quince minutos diarios a estar consigo mismo, en silencio y sin hacer ningún movimiento, tratando de reconocerse y diciendo su nombre por un momento, como una presentación.
No orientar la mente sino que esta vague libremente, dejando que los pensamientos surjan desprovistos de voluntad.
Al tiempo surgirá un contacto interno más profundo y probará que ocurre un resultado positivo.
Allí se comienza a transitar el sendero explicado por los grandes sabios de otras épocas que vislumbraron las posibilidades potenciales del Ser: Todo hombre puede saber, recibiendo las respuestas desde la Inteligencia Superior, sólo basta con formular las preguntas.
Cada persona debe internarse en su fuero interno e interrogar sobre un tema trascendente.
Pocas serán las respuestas inmediatas, estas serán dadas y surgirán en la mente espontáneamente en el devenir. Como si fueran gotas homeopáticas para la toma de conciencia.
La rigurosidad de esta acción logrará el incremento del equilibrio, la armonía y el inicio de un estado de felicidad distinto a lo conocido.
Este estado es debido al reencuentro y el despertar del espíritu que todo hombre tiene y que como integrante de este Planeta, debe en este momento activarlo para que no se diluya en lo insondable del Universo.
El esoterismo clavó con misterios pensamientos y doctrinas para que pocos participaran del conocimiento profundo. El conocimiento es poder y con ese poder se domina a otros hombres.
En este siglo el esoterismo debe brindarse libremente, los secretos y los sellos abiertos, para aquellos que quieran ascender y alcanzar la plena conciencia y de esta forma la Libertad interior.(*)
La Mayéutica Socrática puede emplearse haciendo las preguntas desde la mente a la Conciencia Cósmica, evitando intelectualizar las respuestas y permitir que estas fluyan como el agua del manantial.(**)
Es factible que cuando se pregunte sobre la Conciencia la repuesta contenga partículas de ego, que tratarán de cubrir la verdad objetiva.
El trabajo consistirá en asumir y reconocer que el ego es un enemigo que distorsiona la imagen, haciendo creer aquello que no es.
En la persistencia del avance surgirán estados y posibilidades desconocidas, jamás tomadas en cuenta.
En el conocimiento profundo llevado a cabo con toda intensidad se comprenderá como paliar las enfermedades, lograr objetivos concretos desde una ubicación trascendente. En definitiva ser dueños de sí mismos desarrollando la Libertad interior e incrementando la sensibilidad y la facultades innatas que el hombre posee.
*El esoterismo del griego e'so:teros “dentro, desde dentro,
interior, íntimo”; unido al sufijo “ –ismo” es un término genérico
usado para referirse al conjunto de conocimientos, enseñanzas,
tradiciones, doctrinas, técnicas, prácticas o ritos de una corriente
religiosa o filosófica, que son secretos, incomprensibles o de
difícil acceso y que se transmiten únicamente a una minoría
selecta.
**La mayéutica era el método socrático de carácter inductivo que
supone la idea de que la verdad está oculta en la mente de cada
ser humano. |